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Frustración

 

Si nuestra vida estuviese satisfecha de manera automática por las necesidades biológicas y psicológicas sería muy simple, pero existen obstáculos que impiden esta satisfacción, es  entonces cuando hablamos de frustración.

 

La frustración es una emoción que se presenta cuando uno de los impulsos o deseos se ven bloqueados por obstáculos que no  nos permiten alcanzar la meta o porque no tenemos una meta apropiada, entonces nos desmotivamos y abandonamos nuestras metas, lo cual puede producir depresión, baja autoestima... Estos obstáculos pueden ser internos o externos y dependen de múltiples factores como la edad, biológicos (una enfermedad),  la sociedad en la que vivimos (como la pobreza),  los valores personales (carencias emocionales)…

 

Una misma experiencia puede influir de manera diferente entre las personas, por ejemplo, un suspenso puede motivar o desmotivar, según la autoestima o la capacidad de cada uno para superar los problemas. Así pues, toda frustración, venga de una fuente externa o interna, conlleva una vivencia con su consecuente reacción que puede ser más o menos adaptativa, de ahí que hablemos de la tolerancia a la frustración.

 

 

 

 

Angela Morales Guarch

 

Baja tolerancia a la frustración (Albert Ellis la definió como el síndrome del “no lo soporto”)  se da cuando una persona vive una experiencia negativa y elabora creencias irracionales que le llevan a pensar que nunca llegará a conseguir esa meta, son inflexibles y rígidos.

Las personas con una alta tolerancia a la frustración son más flexibles, tratan de resolver los problemas de una manera prioritaria y racional.

Saber decir “no” a un niño es necesario, ya que no todas las ilusiones se satisfacen y menos de manera inmediata, necesitan aprender que hay límites y que no lo pueden conseguir todo de manera inmediata como ellos quieren aunque pueda provocar rabia o agresiones.  La disciplina entre los 2 y 5 años es importante, porque empiezan a aprender las normas sociales y este período y enseñanza empieza en la familia.

En la etapa infantil los niños aprenden a hacer las cosas por sí mismos, aumenta su habilidad física y motriz, tienen iniciativa propia, tienen creatividad, no hay que reprimirlos, pero hay que enseñarles sus limitaciones y lo que se puede y no se puede hacer, y que si necesitan ayuda la han de pedir, para lo cual, hay que conocer el carácter del niño. Ellos no saben de tiempo ni de las necesidades de los demás.  El no ser capaz de hacer las cosas bien a la primera puede determinar su tolerancia o no a la frustración. El no aceptar la ayuda de los otros puede convertirlo en una persona dominante.

El poner límites para los niños puede hacerles enfadar pero la función beneficiosa de poner límites es la de que se sientan seguros, un niño que sabe esperar está aprendiendo a ser flexible y paciente, habilidades necesarias para la vida.

 

 

 

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